Por desgracia y como suele ser habitual, los más débiles sufren la peor parte de esta crisis, en este caso los discapacitados.
No solo por los recortes sociales que en determinadas y muy frecuentemente ocasiones son vergonzosas en un supuesto estado de protección social y bienestar social, sino por el desempleo.
Los porcentajes de estos últimos años arrojan cifras y porcentajes que denotan que su situación empeora por encima de la media general, y si ya parten con desventaja, encima a esto añadimos que las administraciones y otros agentes sociales como son las empresas, sindicatos, etc. no se conciencian de esta necesidad social y moral, vamos e iremos de mal a peor.
Por ejemplo, se cumple la LISMI (empresas de más de 50 trabajadores deben reservar un 2% para discapacitados de sus puestos de trabajo).
Aun todo este panorama sombrío empeora si encima nos vamos al entorno rural, mujeres, y con minusvalía intelectual, etc.